Karim Benzema condujo al Madrid a una goleada balsámica. Unas gotas del inmenso talento del delantero francés fueron suficientes para desmontar a una Real que llegó a Madrid con la única idea de parapetarse atrás y que acabó como suelen los equipos que así proceden: goleada por un rival que recuperó la pólvora y, por momentos, el juego que le ha permitido transitar por esta Liga sin más contratiempos que los de la última semana. Un periodo convulso del que lo rescató la elegante naturalidad del francés.
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