El Real Madrid sacó tres puntos que pudo dejarse en el Villamarín. El Betis le jugó de igual a igual, se puso por delante y le apretó hasta el final, que ocupará horas de tertulias y foros conspirativos durante toda la semana. Al Madrid le salvó, una vez más, el olfato de Cristiano, que dio otro recital ofensivo. Pese a todo, fue demasiado castigo para un Betis que, polémicas arbitrales al margen, volvió a demostrar que para medirse a los grandes hace falta, sobre todo, atreverse. Y muy pocos lo hacen.
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